¡Mierda otra vez! Voy a llegar tarde a la fiesta de Robin. Tengo la costumbre de llegar tarde a todas parties.
Robin siempre me ha odiado por ello. Más aún después de mi beso con Batman. Voy a redimir mi pecado haciendo que celebre su cumpleaños como nunca antes: con una super fiesta sorpresa. Villanos, Superhéroes y compañeros de curro. Todos invitados.
Yo por mi party me enfundo en un minúsculo vestido con un escote de escándalo. ¿Cómo puede sentarme tan bien algo que me impide hacer precisamente eso? Si se me cae algo al suelo, ahí se tendrá que quedar, porque con este outfit lo de agacharme no va a poder ser. Me planteo si siendo consciente de mi error con Batman, mi vestido es un intento de que, al menos, algo sea justo esa noche.
Sea como sea, si así vestida no pillo con alguien, el resfriado es mío. Asegurado.

Amablemente me pasa a recoger el Duende Verde que, recién operado de apendicitis, ha pasado de verde lima a verde limón y está menos ácido.
Vestida como el vivo retrato del hashtag #golfas, corremos hacia el Sonotek, el bar donde he convocado al personal para darle la sorpresa a Robin.
Al llegar somos 4 gatos, literalmente, porque han venido Catwoman y sus trillizas. Poco a poco, el local se peta.
Tío aquí ya no se cabe.
¡Eso, eso, que esto no se acabe! Buff lo que acabamos es de empezar y el Duende Verde ya no carbura. Normal, va con un chupito de tequila por mano y pidiendo ¿Perdona belleza tienes salero? Incorregible.
En milésimas de segundo aparece Robin por la puerta, va con el Joker, mi querido cómplice, que lo ha entretenido en el bar “la habana vieja” y consecuentemente vienen como una cuba.
Felicidadeeeeessss. Flash. Foto. Flash. Foto. Flash. Foto.

Robin pone cara de sorpresa.
Cara de emoción.
Cara de noentiendonada.
Cara de quiéncoñosois.
Cara dequéestápasandotío.
Cara de mevieneunarcada.
Cara de dondestaelbaño.
Cara de rápido.
Por suerte, Mafalda y el hada hawaiana, interpretan esa expresión y me avisan para que vaya al retrete en el que está Robin dándolo todo.
Detrás de mí viene Superman, aunque Robin no se ha percatado aún de su presencia.
¿Robin te encuentras bien?
Jess estoy Superman, el último chupito de jager me ha matado.
Robin has dicho Superm…
De pronto, pasa fugaz una capa y unas orejitas negras. Morpheo no puede ser, me ha escrito desde Salou, está pasando el finde en Portaventura. OMG. ¿En serio? ¡Maldita rata alada! ¡Siempre tiene que aparecer! Batman acaba de pasar hacia el baño del bar.
El jocker me mira, ¿Pero quién le ha invitado? Hay que impedir que Robin se dé cuenta y lo vea.
Le coge de la cara y le da un beso. Robin lo flipa en colores (en morado, verde y amarillo, para ser exactos) Soluciones Joker Style.

El personal se une a la iniciativa iniciada. Peter Parker le planta otro beso en todos los morros. Robin se queda parado.
Las Super nenas, una detrás de otra, también le besan. Nivel de autoestima subiendo.
Incluso el tigre del pelo a lo afro, Captain América y Lobezno, disfrazado de Pablo Motos, se acercan para besarle.

Delante de Robin se forma más cola que en el inem, i nem bé, porque Robin se siente irresistible y cuando le toca el turno a Superman le da el beso con lengua más largo de la historia del Sonotek.

Me doy cuenta del error. Los increíbles me lo confirman. Jess, ¿no te enteraste del enganche de Robin con Clark? ¿De los Kleneex que llegó a gastar? ¿Del juicio pendiente con Batman? ¡Pensábamos que nunca más se volverían a ver!

¿Qué? ¿Por qué no estaba al corriente de toda esa historia? Soy su mejor amiga.
Robin no quiso airearla, fue todo un escándalo, la ghotam que colmó el vaso.
¡Joder y yo los he vuelto a juntar! Me dejo caer en una silla desesperada. ¡¡¡Crashhhh!!! ¡¡¡Noooooooo!!! Mierda, mierda, mierda, llevo el tanga al aire.
Para variar, la situación se nos ha ido de madre. De madre a otro familiar, porque es la hermana de Superman quien se me acerca y me suelta la bomba la culpa de todo esto la tienes tú, Jess, siempre la lías deberías estarte quietecita.
Pierdo los papeles además de la verguenza y le grito ¡No te dirijas a mí nunca más! No lleva su capa y yo no la he invitado así que meto el dedito en la llaga ¡No estás capa-citada para decirme lo que tengo qué hacer! Despierto a la fiera. Nos empezamos a tirar de los pelos, yo de la ponytail, ella del moño boom. Obviamente lo teníamos pendiente, viene de lejos, del planeta Krypton para ser exactos. Quién me mandaría a mí irme de erasmus a ese puto planeta, teniendo Brighton, Lisboa o Milán.
Se gira y me lanza un trozo de la pizza que hace un rato ha traído el motorista fantasma. Al pobre la crisis y el desempleo le han obligado a coger un contrato basura en Dominos, la parte buena, además de la que tiene más queso, es que lo vemos cada vez que hacemos un pedido a domicilio.

Semidesnuda, con el rimel corrido y pepperoni en el pelo, no pienso discutir más. Ya he tenido suficiente. Yo me voy. Versionando a Dorian, a cualquier otra party.
Cojo el abrigo y un trozo de la pizza que tengo pegada en el hombro, le pego un bocado y mientras mastico, con la boca llena le digo a la superhermana.
¿Sabes cuál es la diferencia entre esta pizza y tu consejo?
¡Que la pizza la he pedido!
Portazo y se acabó.

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