Así reza un tweet que fue trending topic hace unos meses y eso mismo le repito a Robin cada vez que está de bajona. Y es que el becario ha tenido que irse. Lo han contratado como actor secundario en una telenovela de Televisión Española “Tiempos de aceituna” y se ha marchado a rodar a Madrid.
Pero si algo anima a los sucedáneos de súper héroe, delgaduchos y de tupé rígido es ir de compras. Así que al mal tiempo, Donna Karan y se abre la veda de la shopping night Barcelona.
Con nuestro look más trendy empezamos en Tween. Inauguran la tienda de ropa masculina importada de Estambul. Está lleno de estrellas del momento con mucho glamour y el resto de seres especialitos del planeta. Hipsters, modernos, ultra-modernos, its, bloggers, randoms y algún que otro hetero despistao. Las frases de la noche: Hay cava gratis y oh,mírame estoy gordo, la 36 no me cava (consecuencia de la primera). Chin-chin tras chin-chin, entendemos el concepto de la inauguración: pillarnos la turca y así retener que la marca viene de esos lares.
Nos sobran dos pases VIPS, dice uno de los ultras.
Eso sí que es ser un sobrao. Me dice Robin con mi consecuente codazo de propina, no sea que el ultra se lo tome a mal y nos quedemos sin mi objeto de deseo, o sea, los pases.
Pues pallá que vamos. Todos al Palau Robert.
Y hasta se viene un tal Robert, que ronda por allí y se siente invitado a pesar de la ausencia de comas en la frase.
Hacemos la cola de los VIP, la cual es igual de larga que la del resto de mortales, pero cansa menos, porque eres viaipi y eso te hace sentir más fuerte de espíritu. Los budistas le llaman nirvana, yo le llamo pase de prensa. Ese momento en el que te sientes lejos del bien y del mal, en el que si alguien te mira por encima del hombro, tú te arremangas el brazo derecho del jersei y te arreglas el flequillo dejando que se vea, claramente, que en tu muñeca llevas una banda fosforito. Y entonces pones tu sonrisa de medio lado y esa mirada tan relajada que viene diciendo sí señores, llevo pulserita. Y sí, soy VIP. Aplausos en tu mente.
Cuando sientes el poder de la pulserita, salivas. Si no fuera porque todos hacemos ver que estamos acostumbrados a ser invitados a las fiestas, el suelo de la entrada de esos locales estaría lleno de charchos de baba.
Tras pasar el control aparecemos en la barra de Bombay Sapphire, porque para bajar el cava nada mejor que un buen gintonic. O dos. O tres. O seis. O los que te caigan en las manos. Que yo soy de letras y los números no los controlo.
Oye pues el tal Robert está bueno. Le voy a dar mi más sentido bésame.
Estate quietecito Robin, que ya se te han subido las burbujas al tupé. Tira palante que quiero llegar a los conciertos del Make Noise festival.
Se trata de la fiesta de Converse en Apolo. También entramos por la patilla, de nuestras gafas de modernos, claro. Robin no lo entiende, la fiesta se llama converse y allí con la música tan alta no hay quien tenga una buena charla. Una de las organizadoras está indignada porque nadie conoce a los grupos y el 50% de los asistentes lleva Vans.
¿A dónde creen que Vans ustedes? ¡Aquí si no es con Converse no entra ni diós!
A pesar de todo, lo pasamos bien. La tercera vez que me preguntan el clásico ¿Y tú, bailas o trabajas? tomo la última copa y la decisión de irnos a casa.
Levanto la mano e intento parar un taxi pero los taxistas parecen estar inmunizados al influjo de la cinta fosforito. Así que volvemos andando, que aunque no es una actitud muy de pulserita, nos sienta bien después de tanto copazo. Mientras esperamos que uno de los semáforos se ponga en verde, el fatídico instante. Se nos cruza un coche negro y Robin se queda sin habla. Tocado.
Decido romper el silencio sepulcral diciendo lo que es más que evidente.
Robin, creo que Batman está en la ciudad.
Y hundido.
Comentarios recientes