Se dijo que se le había visto por Menorca con uno de los Manel, luchando contra gaviotas asesinas, recorriendo montes y montañas y enfrentándose a cerdos salvajes para ir de cala en cala, hasta que han calado al personal y como allí nadie organiza ningún evento, se han comprado un chiringuito y un edificio de 300 años y se han prometido volver algún día.
Se dijo que se había enamorado de una tal Sara y que nunca la perdía de vista. Pero resultó que no. Que no era Sara sino Sarao. Que lo conoció de vermouting por Gràcia y le entró con un “tu cara me Sónar”. Un clásico en esas fechas.
Se dijo que se pasaban el día de festival en festival. Y es que diós los cría y ellos se van al Sónar de día. Y al de Noche. Eso no hay perSónar de bien que lo aguante. Y Sarao se ha marchado a Perú a una ONG, convencido que son las siglas de un festival que lo peta.
Se dijo que Robin le dejó marchar.
Luego, se dijo que la despedida fue legendaria y que ahí Robin se encontró por primera vez con Badman. Salido del tinder. Y nunca mejor dicho. Se tatuaron los dos borrachos. El uno al otro. Un drama y un horror.
Se dijo que del desfase XL que usan, se hicieron famosos en todas parties, pero que, a pesar de las polaroids dónde aparecen, ellos no recuerdan nada. Y que lo podrían jurar delante de un juez, en caso de ser necesario.
Se han dicho tantas cosas de Robin y sus tinglados, que a él ya le suda la capa todo. ¿Cómo es eso que me dice siempre? ¡Ah sí! Haz lo que te apetezca, chica, hagas lo que hagas se van a inventar tu vida igual.
Así que si de Mayo a Septiembre Robin no escribe, no preocuparse, que esa es temporada de bolos y él es especialista en tirarse la bola y hacer un strike en todos los eventos.
Andará por ahí.
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