El mundo se divide en dos clases de persona. Las que salen de día. Y las que salen de noche. Robin y yo nos hemos reinventado y ahora salimos con la luz del sol. Más de tranquis, ya tú sabes, por aprovechar los findes. Apoyada en la barra del Jaica, le estoy dando la típica brasa de me he hecho mayor y pretendo demostrar que ahora molo más a una compañera de trabajo de Robin. Ella me mira con la ceja levantada, mientras piensa estás vieja y punto. Se entromete en la conversación un modernillo de pacotilla (provincia de León), cuando de pronto le empujan y me tira la cerveza por encima.
Te está tirando la caña, Jess?
Tranqui Robin desconecta el modo hetero. El sucedáneo de leñador canadiense es inofensivo. Estamos de vermuting. Y es que somos carne de cañón de las modas ER y no es que nos molen los expedientes de regulación, sino que ejercemos de runners, bloggers, igers y vermuters. No se le puede pedir más a esta vida. ¿Me equivoco?
Pues yo creo que el mundo se divide en dos clases de persona, dice el neo-hipster que pretende aleccionarnos, los que ven Nymphomaniac y ven culos y penes y los que ven Nymphomaniac y ven expresadas las inquietudes sexuales de una sociedad postmoderna al ritmo del cine europeo de Lars Van Trier. Pedante no, lo siguiente, o sea pedorro. Puedes retirarte pienso, pero no lo digo. Robin directamente dice y no se lo piensa.
Mira tío, si lo que quieres es ilustrarnos, mejor nos dibujas. Ahora vuélvete a tu comuna, Amish.
Al chaval lo dejamos a cuadros y no solo por el estampado de la camisa que lleva, sino porque acaba de entrar Salinas a buscarnos para llevarnos al siguiente bar. Julio es un tipo serio pero buen guía de copas. Esta vez tiene prisa, así que nos dibuja el recorrido en un mapa de la Barceloneta y acto seguido nos despide. Id con prudencia, chicos. Y eso hacemos, que Pruden es la chica que lleva el bote, salvavidas, porque te paga el vermut cuando estás muriendo de sed.
El mundo se divide en dos clases de personas. Las que van al Absenta y se echan unas cañas y las que van al Absenta y las echan porque no paran de gritar somos la caña. Y eso es lo que nos pasa. Y aunque a mucha honra, nos vemos en la calle. Cual vulgares delincuentes.
Momento de iluminación de un vermuteur amateur Tranquilos chicos, vayamos a la Leo. Allí bebemos leche de pantera, de tigre y de todo tipo de felino. Aliñada con miles de millones de kilos de canela. Un calentamiento global pal cuerpo que hace que aceleremos 5 años el cambio climático del planeta. Si, en ese momento, el modernillo del tres al cuarto nos llega a poner el trailer de Nymphomaniac vol.2, salimos todos por los aires.
Para bajar unas décimas decidimos tomarnos lo que Robin llama versión cubana del ibuprofeno: el paracetamol.
Topamos con Sor Rita que nos canta las 40 principales y nos pone las cartas sobre la mesa. Y ahora elegid las tapas que queráis o largaros a liarla a otra parte.
Vamos de bar en peor. Y es que hemos salido de día, empalmado con la noche y vuelto a ver amanecer. Llevamos más de 21 horas bebiendo y 17 bares entre el pecho y la falda. El Guiness está ahí, ahí.
Y a esas horas, el mundo ya sólo se puede dividir en dos clases de personas. Las que dicen pues yo ahora un bocata de lomo con queso, me lo comía. Y las que ya no dicen ni mú pero, por solidaridad etílica, también se lo comen.
Mientras lo degustamos, el momento de iluminación lo sufro yo y reformulo la primera y última reflexión que recuerdo de ese día/noche/día.
¿Sabéis qué me parece? Que el mundo se divide en dos clases de persona. Las que salen de día. Y las que salen de noche.
Y luego, estamos nosotros.
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