Barcelona. 10º C. Parcialmente nublado. 79% de humedad.
Estamos invitados a un Brunch solidario. Aspiro a que lo de solidario sea porque nos convocan más tarde de las 12 que yo, de la noche anterior, tengo resaca hasta en las pestañas.
Ha venido a visitarnos el ex becario sevillano de la agencia de Robin, con el que tuvo un romance de lo más salao, básicamente porque su primer beso fue en la playa de la Barceloneta, pero también porque el chico es un encanto todo él.
Y a mí los británicos me pueden decir misa, pero el Brunch lo inventaron los fiesteros, y es que después de tanto after, a eso de las 12, te entra el hambre y surge la eterna duda de si desayunar o comer. ¿Por qué no juntarlo todo y tomar un relaxingcaféconleche con unas croquetas de pollo? Lo más normal. Yo firmo.
Además de la aportación para el banco de alimentos, cada uno tiene que llevar algo para el brunch así que Robin y el ex becario están preparando un postre con mucho amor. Tanto amor que cuando entro en la cocina me brotan unas ronchas, en los antebrazos y el cuello, y no puedo parar de rascarme. Uno con mallitas de corazoncitos, el otro con delantal y en bolas. Robin pinta con harina la naricilla del ex becario. Escena pastelosa, no, lo siguiente. Pica, pica. Soplo, soplo.
Jess, ¿qué te pasa?
Me autodiagnostico y declaro oficialmente alérgica al amor.
¡¡Pero cómo eres asín, Jess!! Me suelta con un desprecio cariñoso.
Robin pasa de mí y siguen horneando la tarta mientras me dice.
Dale caña Jess, que salimos en 10 minutos y antes hay que pasar por la biblioteca de Lesseps.
Robin, ¿ahora sabes leer? Le pregunto mientras le guiño el ojo.
Hace años que no pisábamos una biblio juntos. Dentro está David Safier dando una charla sobre sus libros. Cuando entramos a pesar de estar casi terminando, Safier saluda a Robin levantando la mano, algo como un “hei al final has venido, ahora te veo”. Y así es. David Safier es amable con todos sus fans, les firma los libros y se viene con nosotros de celebrunch.
Esta vez, en el taxi, le pregunto al autor de Maldito Karma dónde coño conoció a Robin. Espero oír que Robin le persiguió y forzó hasta que tuvo que ser su amigo, pero no, se conocieron en un pub crawl en Berlín y se cayeron de Mutter ficken. Feeling a primera vista. Como él está casado con una mujer más que respetable, no tiro más del hilo, a ver si se va a descoser y se destapa todo el percal.
Llegamos al piso donde celebramos el brunch. Nos recibe Iñaki el chico que vive allí. Hay dos cosas que definen a Iñaki su sonrisa permanente y sus camisas de cuadros. Iñaki es hipster. Él no se considera, pero lo es. Estoy convencida que si alguien era hipster incluso antes de que lo hipster existiera, ese es Iñaki. Como buen hipster es diseñador gráfico, melómano y vive en un ático con vistas al skyline de Barcelona. Estas vistas son impresionantes, pienso. Y me quedo contemplando fijamente la panorámica.
Jess, parpadea, por favor. Se te van a secar los ojos.
Dentro 12 amigos de Iñaki. Los amigos hipsters de mis amigos hipsters, son mis amigos. Uh vaya lío. Cada uno con una copa y una historia que ofrecerme. Son realmente interesantes. Bebo y escucho, bebo y escucho, bebo y escucho. Bebo, bebo, bebo… he dejado de escuchar. Ahora debería dejar de beber. Pero sigo con la ronda de copas e historias.
A mitad de la ronda oigo que el sevillano pibón le pregunta a Robin:
Robin, exactamente ¿qué estamos celebrando?
¡Qué estamos vivos! Típica respuesta de Robin.
¡Y que aún nos queda vino!
Más típica todavía.
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