Archivo | noviembre, 2013

Celebrunch

27 Nov

Barcelona. 10º C. Parcialmente nublado. 79% de humedad.
Estamos invitados a un Brunch solidario. Aspiro a que lo de solidario sea porque nos convocan más tarde de las 12 que yo, de la noche anterior, tengo resaca hasta en las pestañas.

Ha venido a visitarnos el ex becario sevillano de la agencia de Robin, con el que tuvo un romance de lo más salao, básicamente porque su primer beso fue en la playa de la Barceloneta, pero también porque el chico es un encanto todo él.

Y a mí los británicos me pueden decir misa, pero el Brunch lo inventaron los fiesteros, y es que después de tanto after, a eso de las 12, te entra el hambre y surge la eterna duda de si desayunar o comer. ¿Por qué no juntarlo todo y tomar un relaxingcaféconleche con unas croquetas de pollo? Lo más normal. Yo firmo.

Además de la aportación para el banco de alimentos, cada uno tiene que llevar algo para el brunch así que Robin y el ex becario están preparando un postre con mucho amor. Tanto amor que cuando entro en la cocina me brotan unas ronchas, en los antebrazos y el cuello, y no puedo parar de rascarme. Uno con mallitas de corazoncitos, el otro con delantal y en bolas. Robin pinta con harina la naricilla del ex becario. Escena pastelosa, no, lo siguiente. Pica, pica. Soplo, soplo.

Jess, ¿qué te pasa?
Me autodiagnostico y declaro oficialmente alérgica al amor.
¡¡Pero cómo eres asín, Jess!!
Me suelta con un desprecio cariñoso.

pastel batman

Robin pasa de mí y siguen horneando la tarta mientras me dice.
Dale caña Jess, que salimos en 10 minutos y antes hay que pasar por la biblioteca de Lesseps.
Robin, ¿ahora sabes leer?
Le pregunto mientras le guiño el ojo.

Hace años que no pisábamos una biblio juntos. Dentro está David Safier dando una charla sobre sus libros. Cuando entramos a pesar de estar casi terminando, Safier saluda a Robin levantando la mano, algo como un “hei al final has venido, ahora te veo”.  Y así es. David Safier es amable con todos sus fans, les firma los libros y se viene con nosotros de celebrunch.

Esta vez, en el taxi, le pregunto  al autor de Maldito Karma dónde coño conoció a Robin. Espero oír que Robin le persiguió y forzó hasta que tuvo que ser su amigo, pero no, se conocieron en un pub crawl en Berlín y se cayeron de Mutter ficken. Feeling a primera vista. Como él está casado con una mujer más que respetable, no tiro más del hilo, a ver si se va a descoser y se destapa todo el percal.

Maldito Karma David Safier

Llegamos al piso donde celebramos el brunch. Nos recibe Iñaki el chico que vive allí. Hay dos cosas que definen a Iñaki su sonrisa permanente y sus camisas de cuadros. Iñaki es hipster. Él no se considera, pero lo es. Estoy convencida que si alguien era hipster incluso antes de que lo hipster existiera, ese es Iñaki. Como buen hipster es diseñador gráfico, melómano y vive en un ático con vistas al skyline de Barcelona. Estas vistas son impresionantes, pienso. Y me quedo contemplando fijamente la panorámica.
Jess, parpadea, por favor. Se te van a secar los ojos.

Dentro 12 amigos de Iñaki. Los amigos hipsters de mis amigos hipsters, son mis amigos. Uh vaya lío. Cada uno con una copa y una historia que ofrecerme. Son realmente interesantes. Bebo y escucho, bebo y escucho, bebo y escucho. Bebo, bebo, bebo… he dejado de escuchar. Ahora debería dejar de beber. Pero sigo con la ronda de copas e historias.

A mitad de la ronda oigo que el sevillano pibón le pregunta a Robin:
Robin, exactamente ¿qué estamos celebrando?
¡Qué estamos vivos! Típica respuesta de Robin.
¡Y que aún nos queda vino!

Más típica todavía.

Españoles, Robin ha vuelto

20 Nov

Robin tiene un nuevo amiguito. Se llama Paco. Mide 1,63 es del Ferrol y bastante hijo de puta, la verdad. Tras una breve conversación con él, no logro entender como alguien tan bajito puede tener el ego tan alto. El ego y el lego, porque a este tío, sus hermanos le puteaban escondiéndole los juguetes en el último estante para que no pudiera llegar. Así ha salido de cabrón.

Lo conocimos en la sala de máquinas del DIR y como Robin no discierne entre el bien y el mal y no tiene criterio para elegir a los que le rodean, se ha hecho íntimo suyo. Van juntos a todas partes y dan bastante asquito. Yo no quiero volver a verlo ni de casualidad.

Jess, tienes que darle una oportunidad, ven con nosotros esta tarde al cine. Verás como es majo.

No me apasiona la idea y me llenaría de honda satisfacción decirle que ni de broma. Que a su lado el joker me resulta un tipo encantador. Y que se pueden ir a la mierda, eso sí, juntitos para que no se echen de menos.

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Pero me apiado. Está bien Robin, iré. Pero la peli la elijo yo.

Cuando nos encontramos me da la mano. Eres patético, pienso. Pero sonrío amablemente. Cojo aire y comento con un tono tan extremadamente dulce como hipócrita. Ya he comprado las entradas, chicos. Fila 6 asientos centrales para Blue Jasmin.

Al hijo de puta le cambia la cara. ¿Blue Jasmin? La de Woody… el ju… Y se calla. Robin puedes venir un momento, tengo que hablar contigo.

Se lo lleva a un lado y le veo argumentar algo con cara de cabreo, mientras Robin, con su postura de no entiendo nada de lo que me estás diciendo pero pongo cara de consecuencias, no para de asentir.

Ya tengo suficiente de ver como Robin hace el papelón y me acerco decidida. Chicos, ¿se puede saber qué problema hay con Woody Allen? Me doy cuenta que he clavado la expresión de las madres, cuando al llegar a casa, están todas las paredes del comedor pintadas y ellas, lejos de ver el artista que llevas dentro, te ponen esa cara de ¿alguien me lo va a explicar?

A Paco no le gusta Woody Allen, te pagaremos las entradas, pero no entraremos a ver la peli.

Y ese plural me parte el corazón y me deja muy claro que el hijo de puta tiene a Robin totalmente anulado. No pienso discutirme con Paquito y mi amiguito de las mallas. Está claro que no le caigo bien y que no va a dejar que nadie se le acerque para que no se lo Robin. Pues que les den. Eso sí, juntitos para que no se echen de menos.

Vale, yo me voy a tomar una copa. He quedado con mis amigos de callejeros. Te veo luego en casa, Robin.

Robin se siente afectado e insiste en venir. Me apiado bis y le digo Estaré por el Raval.

¿En ese gueto? Eso está lleno de moros, maricas y hippies. Dice el fucking paquito.

Mira Paco, lamento en el alma que no sea de tu agrado… y mientras pienso en cómo seguir argumentándole como una persona pacífica el porqué de mi decisión, algo desconecta y sin acabar la frase, le suelto un puñetazo en toda la boca. Qué placer de puñetazo. Días después aún salivava cuando pensaba en lo fuerte que le pegué.

Batman

Diós como me duelen los nudillos, creo que me he roto la mano. Miro a Robin a los ojos y le amenazo Paco o yo. No hay más opción. Me piro.

Pero Robin no se mueve.
Y se queda allí.

Horas más tarde nos reencontramos en el balcón de nuestro pisito de l’Eixample. Robin ha reaccionado y ha abandonado al capullo de Paco. Vuelve a ser él mismo. Sonríe y se ajusta las mallas.

De pronto nos levantamos y sentenciamos para clausurar este 20N
Españoles, Robin ha vuelto.

Desde un balcón con la estelada suena una voz independentista: ¡¡No somos españoles, somos catalanes!!

Yo le calmo diciendo Lo sé, pero lo importante es que Robin ha vuelto.

Como decía mi abuelita Hija mía, todo no se puede tener.

Por ahora ;-P

Choco-churros party (fin del post)

13 Nov

Plantado delante de mí Robin dice ¡Bienvenida a mi mundo, Jess! Y se aparta hacia un lado, con el brazo extendido como si diera paso en el escenario al artista de turno.

De pronto, ahí abajo, una pista de baile como nunca había visto antes, con luces y banderitas de colores. Hasta hay un castillo inflable en el que saltar.

Está llena de maromos de torsos espectaculares disfrazados, bailando y saltando mientras gritan el estribillo de Icona Pop  “I don’t care, I love it”. Todos me sonríen mientras paso entre ellos con cara de fascinación. Los veo saltando a cámara lenta. Son semidioses. Rebautizo la fiesta como Choco-churris y me empieza a temblar la barbilla de lo feliz que soy. Visten, bailan y huelen bien. No hay duda. Son todos gays. Ahora sí. Lloro de felicidad plena.

batman choco churri

Grito eufórica. Robin, I love it, I love it!!! Con los brazos hacia arriba y un movimiento sexy empiezo a bailar. Cierro los ojos y estoy en el paraíso. Empiezo a flotar. Levito. Lo noto.

Fundido a negro.

Jess, sal de ahí con las mallas en alto
¿Qué? Robin, ¿eres tú?
Me doy cuenta que estoy encerrada en uno de los baños de chicas. Y no sé cómo he llegado hasta ahí.
Jess, repito, sal de ahí y pon las mallas en esta bolsa. Despacito. Des-pa-cito.
No entiendo nada Robin, ¿Qué hago aquí?
Jess, no hagas ninguna tontería. Las mallas donde yo las vea. Quítatelas y nadie saldrá herido.

Le hago caso. Robin ha pasado por esto más veces y sabe cómo actuar. Salgo del baño y cuando me miro en el espejo veo que tengo la cara llena de pintalabios.

¿Qué me ha pasado? Digo totalmente contrariada.
Chocaste con dos chica en la pista, desapareciste y cuando logré encontrarte te estabas liando con ellas en el baño. Nos vamos a casa, esto se nos ha ido de las mallas.

Flipo. Flipo más. Vuelvo a flipar. 10 minutos después sigo flipando. Y cuando ya he perdido la esperanza de dejar de flipar algún día, pienso que si ni siquiera puedo recordar mi primera experiencia lésbica, es que ha sido un churro. Choco y churro. Sin duda he honrado el nombre de esta jodida fiesta.

Vamos hacia la salida, por el camino nos despedimos de La Carrá, Jordi Basté y Toni Clapés. Ya nos veremos tíos. La semana que viene vamos a pillar unas push up del Calzedonia, si os apuntáis…
Vale, vale, ya si eso nos llamamos. Dice Robin con su tono estamoslocosoqué.

mallas Batman y Robin

Al día siguiente no puedo levantarme y sigo sin entender nada. Robin con un mensaje paternalista me recuerda que si eres mayor para llevar mallas, eres mayor para ir a trabajar.

En mi mente resuena la misma frase una y otra vez.
No me pongo las mallas nunca más. No me pongo las mallas nunca más. No me pongo las mallas nunca más.

Cuando a los meses, se volvió a dar la situación y unos amigos me regalaron unas mallas. Yo las rechacé y les dije con porte orgulloso.
No chicos, me desenganché de esa mierda hace años.

Pasarme a los jeans fue lo más sensato.

 

 

La vermutera que llevo dentro

12 Nov

Ser moderno es arriesgado. Ser moderno e ir con modernos, un puto peligro. Antes de que Robin llegara, en mi casa se respetaban los domingos. Ahora él me monta los planes y me apunta a guateques de modernos sin tan siquiera consultarme. No sé en qué momento ha dejado de ser el día del señor y empezado a ser el del señorito.

¡Jess, vente! No seas tonta, si entras por lista. Todos quieren ser modernos, no sé qué pasa contigo, chica. Además habrá vermut.

¿Vermut? Música celestial. Dame 2 minutos y estaré lista.

Mientras me pongo la camiseta que Robin me regaló para Navidad y saco las mallas, en mi mente resuenan las palabras: Hola me llamo Jess y soy una vermutera en proceso de recuperación.  Respiro hondo. Desde que Robin se fuera a Gotham no me las había vuelto a poner, pero allí siguen, en la sombra, en silencio, esperando su momento para volver a salir del armario. Me digo que solo será esa vez. Que yo controlo y que al mal tiempo, buena malla.  Al fin y al cabo, echar una mallita al aire nunca mató a nadie.

Y me dejo llevar.

Camiseta Batman

El escenario del crimen, la presentación de FUET Magazine. Nos han convocado en un piso típico de l’Eixample propiedad de la Moritz. Conforme subimos por la escalera ya noto ese olor tan característico. Esa mezcla de ambiente vintage y bloggero motivado.

Robin, esto apesta a moderno.

Exhibición de egos, vermuts por doquier y embutidos de gratis. De extra una vidente que te adivina el futuro por la cara. Por la cara que pones, porque la pobre no tiene ni idea de tirar las cartas. A Robin le pronostica larga vida al gay. A mí, un final feliz. Horas más tarde Robin casi muere atropellado y yo me tiré meses sin pillar.

Como ocurre en este tipo de eventos, lo de menos, obviamente, es la revista.

Pero allí están todos los bloggers influyentes, diós los cría y ellos se postean. Todos llevan la misma camisa de cuadros, tirantes, gafas de pasta y barba de leñador. Me agarro el bolso que de tanto barbudo no me fío ni un pelo.

Bajo mi antiguo lema, mientras hay vermut hay esperanza, yo me peleo por las copas y ellos por el 3G para subir las fotos a instagram. Un cincuentón que tiene algo que ver con la organización del evento, se me acerca y me dice:

¡Eh tú, me encanta tu tatuaje, es super trendy!
Yo me giro con cara de sorpresa. Disculpe, ¿me habla a mí?
Mujer, no me hables de usted, me puedes twittear.  Me gusta que seas tan In.
Me siento insultada y sentencio. Soy moderna porque nadie me ha tratado con amor. Dolida le doy la espalda.

Tatuaje Batman

Con esa respuesta salgo del paso, o sea que me voy del pasillo que por ahí no para de pasar gente rarita. Pero claro, el ambiente se me impregna en las mallas y sale la vermutera que llevo dentro. A partir de aquí todo es cuesta abajo.

Entramos de día y salimos de noche.
Entramos Robin+1 y salimos Robin+9.
Entramos recatados y salimos desbocados, porque no hemos pegado ni uno en la fiestecita y nos proponen irnos hacia el segundo aniversario de la Choco-churros. Siendo domingo no podéis perderos esa fiesta, nos dice el cincuentón que se me acopla más que un micro en pruebas.

Tenemos hambre, con ese nombre como para no ir.

Al llegar a la puerta, Robin me coge la cara, me mira a los ojos y con su mirada de esta es tu última oportunidad para rajarte nena, me dice: ¿Seguro que estás preparada, Jess?
Siento las mallas tan pegadas a mis muslos como el vermut a mi paladar. Si he llegado hasta aquí no voy a irme a casa. Robin, me hago mallot, quizás esta sea mi última aventura como vermutera.
Le cojo de la mano muy fuerte.
Robin mira al frente y dice: Entonces… entremos.

To be continued.

Que sea lunes, ya.

4 Nov

Salimos con ganas. Con muchas ganas. Es 31 de Octubre y cierran el Ninfas, el  bar donde nos hemos reunido los últimos meses todos los amigos de Gràcia. Esta noche vamos a despedirnos como merece la ocasión: con sed.

Yo voy de muñeca diabólica, llevo una peluca roja y un cuchillo. Robin lleva tutú. Va con mallas y a lo loco. Esta es su noche.

Jess, estoy que me salgo antes de entrar. Ahu, Ahu, Ahuuuu (aulla)

traje robin

Cuando ya hemos destrozado el  local, acabado con las reservas de Jägermeister  y ejecutado al Dj, yo me doy por satisfecha pero Robin es insaciable y tiene memoria selectiva. No recuerda el nombre de las calles de Gotham, pero nunca olvida la fecha y hora de una fiesta.

¡Mira qué hora es Jess! Tenemos que irnos, estamos en la lista del Hotel Omm, es la mejor fiesta de Halloween de la ciudad.

Pedimos dos chupitos a la teleoperadora y un taxi en la barra. Por suerte, nos entienden y conseguimos llegar a tiempo a la fiesta. Entramos con carrerilla, sin preguntar, directos al punto central del lugar y nos ponemos a bailar como locos. Extraño, no conocemos el temazo. ¿Lo étnico vuelve a estar de moda?

De pronto, se nos acerca un hombre corpulento. Cúbrase los hombros, caballero.

¿Que me cubra los hombros? Le dice Robin indignado. ¿Pero esto qué es? ¿Un templo budista?

Y no, no lo es. Porque es una mezquita. Nos hemos colado en un templo musulmán y nos damos cuenta que estamos rodeados de islamistas radicales y que lo que llevan no son disfraces, sino sus chilabas porque están llamando a la oración.

Nos miramos, nos cogemos de la mano y salimos corriendo.

Por Alá, corre Robin… O por Alí… O por donde sea, pero corre que de esta no salimos.

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Una vez fuera, a menos de 200 metros, a Robin le entra el apretón.

Jess tengo que ir al baño.
¿Ahora? ¿No puedes esperar a llegar a casa?
No. Me cago. Entremos.
Ahu, Ahu, Ahuuuuuuuu (aulla)

Y sin darme oportunidad me arrastra dentro del siguiente garito. Un lugar laberíntico donde no hay manera de encontrar el baño y topamos de frente con un escenario. En lo alto, una rubia con mallas de lentejuelas, que no solo es guapa sino que es de lo más enrollada está dando un conciertazo.

¡¡Ostia, Jess, es Mette!! Hacía años que no coincidíamos.

Flipo con Robin y su maldita suerte de conocer a todos los famosos. Me pica la peluca y la curiosidad así que esta vez, sí le pregunto. Me lo explica. Se conocieron en Copenhaguen en un interrail que hizo Robin y fue ella, la cantante de The Asteroids Galaxy Tour,  quien lo introdujo en el mundo de las mallas. Su musa. Su maestra. Su narco de la lycra.

Acojonada, me lo llevo a la calle. A la salida nos entregan un flyer de 2×1 para el teatro de al lado. El gen catalán nos puede. Perder un 2×1 nos hubiera quitado el sueño, así que improvisamos, entramos y nos cascamos una obra de 70 minutos de Planeta Impro temática Halloween. Lo petan sí, pero yo necesito acostarme, si hace falta lo haré con alguien pero por diós, que quiero tumbarme en una cama.

Robin se ha propuesto pasar un finde de miedo y dice que vamos a party-cipar en todas las fiestas de Halloween, no me dejará ir. Lo de finde… es irónico… esto no va a acabar hasta que sea lunes y tengamos que volver al trabajo. Lo sé.

Acurrucada en el vagón del metro, línea verde, que es la que nos lleva a la sala Apolo, me abrazo a mí misma, empiezo a balancearme de adelante hacia atrás y repito:

Que sea lunes, ya. Que sea lunes, ya. Que sea lunes, ya.

Ahu, Ahu, Ahuuuuuuuu.

 

Nota de Robin:
Thanks to Anna Roure por buscarme ese traje tan estupendo 😉